La organización social Tupac Amaru se convirtió en un tema de interés nacional por el acampe que hace más de un mes mantiene en la plaza principal de San Salvador de Jujuy para protestar contra las políticas del gobernador Gerardo Morales.

LA GACETA tuvo la posibilidad de conocer el imponente barrio con el que cuenta la agrupación que dirige, ahora desde un calabozo de la unidad penitenciaria de mujeres, Milagro Sala.

El predio ubicado en el barrio Alto Comedero, al sur de la capital jujeña, es realmente impactante. La edificación de 6.000 viviendas distribuidas en 15 etapas, una cancha de fútbol profesional, escuelas, museos, centros de salud, fábricas, un parque acuático, una iglesia y lugares de esparcimiento sorprenden a propios y extraños.

Estas obras realizadas con millonarias partidas que el gobierno kirchnerista destinó para las cooperativas de trabajo de Jujuy son el orgullo de todos los tupaqueros. Hace 15 años atrás, esta zona periférica de San Salvador era un lugar propicio para la alimentación del ganado, pero desde el 2005 se transformó en una de las áreas con mayor densidad poblacional en la provincia.

Durante la mañana el barrio de la Tupac brinda un paisaje desolador. La mayoría de sus habitantes están trabajando, otros tanto exigen la liberación de la dirigente social de 51 años en plaza Belgrano, y además los trabajos que la agrupación realiza en el barrio están detenidos como señal de acompañamiento a la protesta que llevan adelante desde hace más de un mes.

Las viviendas de este lugar son distintas, muy distintas, a la de otro barrio jujeño. En sus tanques de agua se ve impreso el rostro de José Gabriel Condorcanqui (Tupac Amaru II), Eva Duarte de Perón o de Ernesto “Che” Guevara; figuras emblemáticas de la agrupación. En la Tupac saben muy bien quién vive en cada vivienda. Una placa en la puerta de entrada indica la ubicación del hogar y el apellido de la familia residente. Entre las calles pedregosas de ripio se alzan edificios de todo tipo pero uno sobresale a los demás. Una réplica de la Puerta del Sol, monumento aymara descubierto en Tiahuanaco, Bolivia, forma parte de una de las obras cumbres de la organización social en el megabarrio. Miles de piedras y ladrillos fueron colocados allí con el objetivo de homenajear a los pueblos originarios y rendir culto al Dios Inti.

“Aquí están los vueltos que dicen que nos quedamos”, afirman enfáticamente los militantes de la agrupación que mostraron cada obra que se encuentra en este “cantri” tan elogiado como polémico.